
Los síntomas de la depresión son múltiples y de naturaleza variada. Para que una depresión sea considerada como tal no es necesario que se den todos o que lo hagan con la misma intensidad. La combinación de síntomas de la depresión, además, serán los que faciliten un diagnóstico eficaz al especialista.
ADVERTENCIA: La relación de síntomas que se enumera a continuación solo lo es a título orientativo y que en ningún caso debe servir al lector para autodiagnosticarse o diagnosticar. Los únicos profesionales que pueden diagnosticar una depresión son el psicólogo o el psiquiatra. Los síntomas per se pueden inducir a error a personas no formadas. Un diagnóstico erróneo puede traducirse en problemas serios para la persona mal diagnosticada.
- Tristeza: La tristeza representa el principal síntoma de la depresión. Un periodo de tristeza continuado y constante puede indicar que estamos ante una depresión. Conviene no confundir estos periodos de tristeza continuada y constante con altibajos emocionales de tristeza y otros estados.
- Irritabilidad: Muchas de las personas con depresión manifiestan irritabilidad de manera más o menos continuada. Dicha irritabilidad puede traducirse en violencia puntualmente. En el caso de los varones, la tristeza, en muchas ocasiones, se enmascara con violencia.
- Astenia: Se trata de un cansancio anormal en la persona que tiene depresión. La presencia de este cansancio extremo suele dificultar su actividad normal y mermar su capacidad para interactuar socialmente.
- Ansiedad: Este sentimiento de miedo, inquietud o sensación de inminencia de un acontecimiento desastroso resulta especialmente desagradable para la persona con depresión.
- Alteración del sueño: En muchas ocasiones, el sueño se encuentra alterado. Puede alterarse aumentando o disminuyendo, aunque normalmente y sobre todo en fases iniciales de la depresión, el insomnio —pre o post dormicial— es el rasgo más común de esta alteración. Puede apreciarse, también, cómo se rompen los patrones del sueño, con estadios de vigilia o sueño desacompasados.
- Alteración en la ingesta: Tanto aumentando como disminuyendo, los cambios en la ingesta de alimentos suelen suceder muy al comienzo de la depresión y mantenerse en el curso de las fases más agudas. La regulación del ritmo de ingesta suele ser un buen augurio terapéutico. Los mencionados cambios en la ingesta van acompañados, lógicamente, de cambios en el peso de la persona afectada y, por consiguiente, en su percepción.
- Pensamientos recurrentes: En la mayoría de los casos van a aparecer pensamientos de carácter repetitivo, círculos viciosos sin solución que van a impedir a la persona con depresión el normal desempeño de su actividad intelectual. Estos pensamientos resultan muy difíciles de combatir y se requiere, en la mayoría de los casos, ayuda especializada.
- Dificultad de concentración: Los llamados «pensamientos recurrentes», unidos a la «astenia» van a dificultar la concentración de la persona que sufre depresión. Todo ello irá, lógicamente, en detrimento del estudio o el normal desempeño laboral, llegando a ser muy incapacitante.
- Reducción de la actividad: La tendencia al aislamiento en la persona que sufre depresión no es tan grande como la que concurre en otras patologías mentales. Sin embargo y por lo general, esta reducción afectará a todo su entorno y a la propia actividad laboral o estudiantil, lo que representa un problema mayor en el caso de encontrarse en alguno de estos desempeños.
- Desesperanza: Esta sensación está presente en numerosos casos de depresión. La persona que la sufre cree que se ha perdido toda esperanza de un futuro de felicidad y que la depresión va a presidir su vida en adelante.
- Indefensión aprendida: Siguiendo los postulados de Seligman, «las personas asumen que los acontecimientos que suceden en sus vidas son independientes de sus acciones y por lo tanto no controlables». La sensación de que el fracaso es consustancial a su propia existencia.
- Pensamientos mórbidos: Los pensamientos sobre la muertepueden insertarse, de manera más o menos recurrente, en la persona que padece depresión. Tanto si es referida como concepto como si lo es atribuida a sí misma, la muerte puede estar muy presente a lo largo de todo el episodio depresivo. En ocasiones, la muerte representa una liberación para quien sufre depresión. Con ella se acabarían los problemas, la tristeza, la ansiedad, la sensación de fracaso y el resto de sensaciones y emociones que conlleva el proceso depresivo.
- Anhedonia: Pérdida de interés por actividades que antes resultaban gratificantes o placenteras a la persona que padece depresión.
- Otros: Como quiera que la depresión es una patología compleja y diversa, pueden concurrir otros síntomas asociados a los principales, que son los especificados en esta relación. Compete al especialista si estos otros síntomas lo son de la depresión o cursan de forma concomitante sin que se le puedan atribuir.
Cuando la persona participa de buena parte de estos síntomas estamos ante lo que se denomina «depresión mayor». Por el contario, cuando el paciente solo tiene algunos de los síntomas, podemos estar ante una «depresión subclínica».
No podemos dejar de ser insistentes en lo que se refiere al diagnóstico de la depresión. Solo el psiquiatra o el psicólogo pueden diagnosticar tal patología y autodiagnosticarse o diagnosticar una depresión sin ser un especialista, como decimos, puede acarrear serios problemas. No lo haga.
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