Por sedentarismo se entiende «un estilo de vida caracterizado por la ausencia o minimización del ejercicio físico». No se trata de algo puntual, por tanto, sino de una forma continuada de desenvolverse en el medio.
¿Puede el sedentarismo provocar depresión?
Depresión y sedentarismo se encuentran muy relacionados. Tanto en adultos como en adolescentes, la práctica del «no moverse» transciende a la propia merma para la salud física para convertirse en un factor de riesgo en lo que a la depresión se refiere. La propia OMS ha categorizado el sedentarismo como «un problema de la salud pública mundial».
Numerosos estudios apuntan, en efecto, en el sentido de cómo, en el caso de los adolescentes, el sedentarismo puede contribuir a desarrollar una depresión en cualquiera de sus formas. Los baremos nos indican que el promedio de tiempo sedentario en los adolescentes gira en torno a 8,3 horas/día, concluyendo más de un tercio de un día completo, sin contar las horas que invertidas en dormir. En este grupo de población, además de ser frecuentes los problemas cardiovasculares, también que aparecen numerosos casos de depresión consigo.
Actividades sencillas como caminar, dedicar tiempo a pasatiempos o hacer tareas del hogar durante una hora diaria, a partir de los 12 años, reduce significativamente los síntomas depresivos antes de la mayoría de edad.
¿Qué factores causan este sedentarismo?
Los factores desencadenantes del sedentarismo entre los más jóvenes son:
– Temores y miedos a posibles daños (físicos o psicológicos).
– Lesiones o incapacidades físicas.
– Necesidad de cuidados especiales
– Falta de iniciativa.
– Problemas sociales (Buying y otros tipos de acoso).
– Adicciones audiovisuales (Televisiones, consolas, teléfonos, etc.).
Consecuencias de una conducta sedentaria
La inactividad física han demostrado tener consecuencias perjudiciales para la salud, tanto a nivel físico como mental, pudiendo afectar a procesos cognitivos como la memoria o la atención y siendo un potencial predictor de trastornos como la depresión.
La depresión constituye uno de los más prevalentes problemas de salud mental. El «trastorno depresivo mayor» es un trastorno comúnmente caracterizado por un estado de ánimo depresivo, baja autoestima y anhedonia (pérdida de interés o de satisfacción en casi todas las actividades). Suele ir acompañado de alteraciones del sueño y el apetito y disminución de la energía (anergia), entre otros síntomas.
En los criterios diagnósticos de este trastorno se incluyen uno o más episodios de tristeza o anhedonia persistente en un periodo de dos semanas, además de la manifestación de sus correspondientes síntomas somáticos y cognitivos.
En el comportamiento sedentario la actividad y la condición física de cada persona, entendiendo esta por «composición corporal, resistencia cardiorrespiratoria, resistencia muscular, flexibilidad y fuerza muscular», se relacionan con los síntomas depresivos; es decir, algunos estudios han indicado que el sedentarismo y la inactividad física fueron importantes predictores de la depresión.
Al parecer, una cantidad de actividad física suficiente puede diluir la influencia negativa del sedentarismo en los síntomas depresivos. Se entiende, por tanto, que tanto el sedentarismo, con su inherente inactividad física, es un factor de riesgo modificable.
Cambios en las estructuras escolares
Los investigadores descubrieron, así mismo, cuáles podrían ser los motivos por los que los adolescentes mantienen un estilo de vida más sedentario. En el caso de la disponibilidad temporal, la mayoría de los adolescentes no debería tener problemas para encontrar 60 minutos al día que dedicar a una actividad física, cualquiera sea su forma.
Por todo ello, psicólogos, pedagogos y expertos en educación física proponen un cambio en la estructura escolar. Se podrían intentar cambios simples para abordar el problema como clases activas o interactivas, tareas activas, pausas de actividad en el medio de las lecciones, aumentar la distancia a pie entre clases, etc.
Otra práctica podría ser cambiar la manera tradicional de enseñar, añadiendo nuevas técnicas y formas más activas físicamente, de manera que se pueda equilibrar lo físico con lo psicológico y lo intelectual.