Los efectos posteriores al padecimiento de una depresión serán importantes en la medida que lo haya sido la propia depresión.
Así, a una «depresión mayor» corresponderán secuelas de consideración distintas de las que pueden atribuirse a una «depresión subclínica», cualquiera que sea. También pueden ser importantes las secuelas posteriores a una «depresión psicótica», por la propia naturaleza de este subtipo depresivo.
Hemos de diferenciar, además, las secuelas que pueden perdurar tras una depresión no tratada de aquellas que se pueden alargar en el tiempo tras una depresión que sí ha tenido abordaje terapéutico. Los efectos durables de estas secuelas serán de mayor intensidad en las depresiones que no ha sido tratadas clínicamente y en aquellas cuyo abordaje se produjo de forma tardía, transcurrido bastante tiempo desde la aparición de los primeros síntomas.
¿Qué síntomas que pueden perdurar tras la remisión de una depresión?
Entre las secuelas más estudiadas se encuentran la dificultad de concentración, lo que puede afectar al normal desarrollo de actividades laborales o estudiantiles, de ahí su importancia. En consulta se aprecia como aquellas depresiones que han cursado con fobias tardan en superarlas y las mantienen a pesar de haber transcurrido un lapso importante desde la supuesta remisión. Especialmente las neofobias (miedo a lo nuevo) adquiridas durante el proceso depresivo se hacen fuertes en el paciente que tarda en superarlas y que, en numerosas ocasiones, necesita de asistencia específica en este sentido, cuando esta neofobia resulta importante.
También pueden secularizarse aspectos tan fundamentales como la facultad para tomar decisiones, generalmente como consecuencia del miedo a los posibles resultados. Una merma en la capacidad de memorización puede sumarse a este grupo de efectos cognitivos persistentes que tienen lugar aún cuando podemos decir que el paciente ha superado la depresión o está a punto de hacerlo.
La capacidad relacional es otra de las destrezas que pueden seguir viéndose afectadas tras una depresión. El aislamiento y la fobia social que algunos pacientes evidencian en el transcurso de la depresión podrían estar en la base de esta secuela tan contumaz. En ocasiones no se trata tanto de una capacidad social alterada sino de la soledad que sufre el paciente después de haber roto o abandonado los lazos afectivos de su entorno. En tal caso bastará con restaurarlos en lo posible o iniciar la búsqueda de nuevos lazos. El terapeuta, no obstante, abordará esta cuestión con el máximo interés, estableciendo pautas de asertividad que permitan al paciente restablecer las relaciones afectivas.
Por norma general, en las depresiones que han sido tratadas, las secuelas van remitiendo a lo largo del tiempo. La simple supervisión temporal del terapeuta permite comprobar que es así y, en caso contrario, abordar dichas secuelas específicamente resulta prioritario. El problema de las secuelas se encuentra, fundamentalmente, en aquellas depresiones que no han sido tratadas y que pueden llegar hasta alteraciones neurológicas de diferente intensidad. Las depresiones que han sido abordadas terapéuticamente de forma tardía también tienden a secularizar algunas de estas secuelas a lo largo del tiempo.
La incidencia de personas que sufren las secuelas mencionadas tras una depresión tratada no es muy alta. Por fortuna, la mayoría de las personas que acuden al especialista ante los primeros síntomas de presión e incluso ante la menor duda de que pudiera encontrarse padeciéndola, no van a sufrir secuelas importantes y, observando las medidas de profilaxis que el especialista le indique, no tienen por qué sufrir recaídas. En el lado contrario están las depresiones no tratadas, como decimos, cuyas secuelas van a ser diversas y, en ocasiones, de gravedad. También las recaídas son más frecuentes en personas que no han tratado su depresión.
Las recaídas pueden considerarse otras de las secuelas que acechan al paciente que ha visto como su depresión remite tras el tratamiento. Cuando la depresión ha sido tratada con éxito y nada más aparecer los primeros síntomas, las probabilidades de recaída se reducen de manera ostensible. En el caso de que tengan lugar lo harán a baja intensidad y durante un corto espacio de tiempo. Seguir las indicaciones finales del terapeuta y acudir a las revisiones programadas resulta vital para que la probabilidad de recaída se aleje cuanto más mejor.
¿Cómo acabar con las secuelas de la depresión?
Una depresión bien tratada no va a acarrear, ya lo hemos dicho, secuelas importantes. No obstante el paciente puede observar una mejoría notable mientras percibe cómo algunas de las cogniciones siguen alteradas. Deberá, en tal caso, comunicárselo a su terapeuta, de manera que pueda centrarse en estos aspectos aún por resolver. Como quiera que ahora se va a dedicar específicamente a estas alteraciones persistentes, la terapia va a resultar muy eficaz y, seguramente, muy breve. Una vez abordada una de estas disfunciones se procederá con otra y así sucesivamente hasta volver a los valores iniciales o, al menos, conseguir atenuarlas en lo posible.
La ayuda farmacológica puede contribuir en esta fase del tratamiento. Fármacos que potencien la capacidad de la memoria y otros procesos cognitivos ayudarán a la restauración de la funcionalidad en el paciente. En aspectos sociales como la dificultad relacional hará falta, sin embargo, «afinar la terapia», centrándola en estas secuelas, como decimos, que a buen seguro no van a condicionar la vida del paciente que está viendo cómo su depresión remite.
Consejos para minimizar las secuelas de la depresión
- No se centre en las secuelas sino en todo lo que ha avanzado hasta el momento.
- En las sesiones finales de la terapia comunique a su terapeuta los «aspectos que no han quedado del todo resueltos». Es el mejor modo de que el especialista se centre en estas cuestiones buscando su remisión completa.
- Siga las pautas que le indicará su terapeuta para después concluido el proceso terapéutico.
- Haga por restaurar su vida anterior a la depresión, aunque ello le suponga un esfuerzo importante. También deberá esforzarse por no olvidarse de asumir los cambios que han sido propuestos durante la terapia.
- Siga los protocolos para evitar recaídas que su terapeuta le proponga llegado este momento.