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Tener un trabajo es algo fundamental en nuestras vidas y va más allá de buscar una retribución con la que hacer frente a los numerosos gastos que implican vivir dignamente en la actualidad.

Sin embargo, ni siquiera aquellos que tienen la fortuna de contar con un puesto laboral bien retribuido están a salvo de la depresión laboral de la que hablamos en el presente artículo.

La realización personal que implica el desempeño laboral es fundamental para nuestro desarrollo y tiene, por tanto, gran importancia a la hora de sentirnos bien. Es verdad que no todos los trabajos permiten una realización plena. Así, los trabajos en los que está presente la creatividad, la inteligencia o el ingenio nos facilitan, en mayor medida este desarrollo tan necesario. Un trabajo de corte intelectual permite a quien lo desempeña un alto grado de desarrollo personal, frente a aquellos otros trabajos más rutinarios donde el intelecto no juega un papel preferente.

En muchas ocasiones, la depresión en el trabajo comienza mucho antes de que la persona ocupe su puesto. La insistencia de algunos progenitores en que sus hijos «estudien una carrera con mucha salida laboral» puede condicionar, en ocasiones de por vida, una mala elección y estar en la base de futuras depresiones laborales. En efecto, cuando un adolescente muestra deseos de aprender un oficio o estudiar una carrera que se sale de lo que entendemos por trabajos seguros o bien retribuidos, son muchas las voces que tratan de reconducirlos hasta otros desempeños más normalizados.

En la actualidad no resulta del todo infrecuente escuchar historias de personas que lo dejaron todo y marcharon por esos mundos a ejercer de lo que siempre quisieron ejercer. Arquitectos que acaban regentando una casa rural, economistas embarcados en la aventura literaria o profesores de instituto que acaban dedicándose exclusivamente a pintar o a cocinar no son a estar alturas una excepción.

El caso contrario es mucho más frecuente: un licenciado en bellas artes que se ve obligado a trabajar como encargado de una tienda o un diseñador gráfico que repara ordenadores son el polo opuesto del caso anterior y tienen bastantes más décimos en la lotería de la depresión laboral que los anteriores.

Síntomas de la depresión

Los ingleses han acuñado el término ‘born out‘ para referirse al hispánico «estar quemado». Este fenómeno es bastante popular en los países occidentales entre todos los estratos laborales y se refiere al momento en que el trabajador no se encuentra bien trabajando por diferentes motivos. También el ‘bullyng‘ laboral o ‘mobbing‘ pueden estar en la base de una depresión de carácter laboral. La Organización Internacional del Trabajo define el ‘mobbing‘ como «aquellas acciones verbales o psicológicas puestas en práctica sistemática y persistentemente para humillar, ofender o amedrentar a una persona en el entorno laboral». El síndrome ‘born out‘, por su parte, es definido por la Organización Mundial de la Salud como « un fenómeno ocupacional que resulta del estrés crónico en el lugar de trabajo».

Mientras que en el born out el trabajador acusa el exceso de carga laboral: planes desajustados, demasiada carga de trabajo, presiones para cumplir objetivos imposibles, retribución no acorde con la responsabilidad, desajuste entre desempeño y habilidades, etc., en el mobbing hay intencionalidad directa por parte de una o varias personas (jefes o compañeros) para hacer la vida laboral más difícil a una determinada persona. 

Ambos síndromes, como decimos, pueden encontrarse detrás de no pocas depresiones de las que enumeramos sus síntomas:

  • La tristeza continuada, más allá de la jornada laboral, es el principal síntoma de esta depresión, como lo es del resto de la tipología depresiva. Ni tan siquiera desaparece este estado de tristeza durante las vacaciones, aumentando la ansiedad a medida que llegan a su fin.
    • La falta de concentración es otro de los síntomas determinantes de esta depresión. Para colmo, esta merma en la concentración va a dificultad el normal desempeño del cargo o puesto del trabajador, por lo que estará más expuesto a reproches, amenazas y broncas por incumplimiento.  
    • Cansancio más allá del generado directamente por el trabajo. En efecto, se trata más bien de una fatiga extrema, tanto durante el trabajo como fuera de la jornada laboral.
    • Falta de motivación a la hora de acudir al trabajo, que pueden traducirse en ausencias o bajas fingidas.
    • Ansiedad durante los días previos a la vuelta al trabajo. Como ya hemos apuntado, durante los puentes o los periodos vacacionales lejos de remitir la tristeza suele ir acompañada de ansiedad ante la inminencia de la vuelta al trabajo. Todo ello dificulta el descanso para el que se destina este tiempo tan fundamental, por lo que el trabajador acudirá a su puesto sin haber repuesto fuerzas.
    • La inseguridad en el desempeño es otro de los síntomas que viene a complicar, aún más si cabe, la vida laboral del trabajador. El miedo a tomar decisiones equivocadas, por poco transcendentes que sean, van a trasladar al trabajador a un estado abúlico que puede complicarle mucho las cosas.
    • La somatización, en forma de malestar general o problemas gástricos, también suele estar presente, especialmente en fases ya avanzadas de una depresión laboral.
    • Los círculos viciosos de pensamiento resultan agotadores: «si sigo aquí me muero, si dejo este trabajo no me querrán en ningún lugar, pero si sigo aquí no valdré para nada, aunque es mejor quedarse porque si me voy…».
    • La caída en los niveles de autoestima puede resultar estrepitosa. Cada día que pasa, la concepción del trabajador de sus habilidades va decayendo y con ella la confianza en sí mismo. Es importante delimitar el problema antes de llegar a este punto, puesto que esta gran pérdida de confianza en sí mismo puede llegar a ser incapacitante para futuros desempeños.

    Otros síntomas: los cambios en la ingesta, que tienen lugar en muchos tipos de depresión, pueden estar presentes también en la depresión laboral. Un aumento o disminución significativos de la ingesta habitual de alimentos puede estar evidenciando un aumento en los niveles de ansiedad. El insomnio (pre o post dormicial) suele ser otro convidado infalible a esta y otras depresiones. También la ahnedonia (pérdida del disfrute de actividades placenteras) y el aislamiento social.

    ¿Qué debemos hacer ante los primeros síntomas de depresión laboral?

    Los primeros síntomas de este tipo de depresión nos deben poner sobre aviso. En esta fase recomendamos no tomar decisiones que luego se tornen en irreversibles. Más bien se trata de evaluar la situación plenamente, sin siquiera valorar alternativas (por le momento). Debemos valorar si la situación será transitoria o si se va a prolongar en el tiempo, si el problema radica en la empresa o en mi nivel de desempeño o bien si se trata de un trabajo que me produce rechazo o si solo es una cuestión de adaptación.

    Una vez hayamos realizado una evaluación exhaustiva de lo que nos está sucediendo, procederemos a valorar posibles soluciones: hablar con nuestro superior, cambio de puesto, reducción de jornada, traslado a otra delegación, teletrabajar, etc. También valoraremos posibles alternativas que nos alejen de ese puesto de trabajo: búsqueda activa de empleo, pre jubilación, buscar un puesto en la competencia, año sabático, dejar el trabajo y estudiar otra carrera, etc. Todas las decisiones deberán estar en consonancia con aquello que nos podemos permitir, lógicamente.

    Las decisiones drásticas deben ser las últimas que tengamos presentes. Antes de planteárnoslas deberemos asegurarnos de que realmente se encuentran en línea con nuestras expectativas vitales y de que no se trata de un antojo circunstancial. No es lo mismo dar un golpe de timón y cambiar nuestra profesión de contable por la de profesor de buceo si somos unos fanáticos del buceo desde siempre o si tan solo nos gusta bucear de vez en cuando.

    Las personas que nos conocen van a resultar fundamentales a la hora de reorientar nuestra vida laboral, en el caso de que tenga que ser así y no hayamos podido solucionar nuestros problemas laborales. Ellos no van a mentirnos, tratarán de apoyarnos y, sobre todo, serán sinceros y no se limitarán a decirnos lo que queremos escuchar.

    Apoyo terapéutico en la depresión laboral

    La toma de decisiones ante los primeros síntomas de una depresión laboral es muy importante porque permite al trabajador ajustar o reorientar su actividad laboral. Sin embargo, a medida que la depresión avanza, los niveles de autoestima decaen y la abulia se apodera de la voluntad del trabajador, de manera que concurren francas dificultades para que esta toma de decisiones tenga lugar de manera más o menos exitosa. Cuando el trabajador dude de su capacidad para afrontar la toma de decisiones que le corresponde o cuando sus mecanismos de defensa psicológica hayan evidenciado fallos, es el momento de acudir al especialista. Regresar a los niveles cognitivos previos al episodio de depresión laboral resulta fundamental y el terapeuta va a jugar un papel importante en esta tarea.

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