
Cuando hablamos de factores de riesgo no estamos diciendo que por el hecho de tener alguno de ellos vayamos a padecer depresión ; ni muchísimo menos. Un factor de riesgo nos predispone a padecer depresión aunque no necesariamente vayamos a padecerla.
Conocer los factores de riesgo de una persona nos puede ayudar mucho a establecer un diagnóstico certero, con la importancia que esto tiene para el posterior tratamiento. Es por ello que conviene que los conozcamos.
Si usted se encuentra entre aquellas personas que cuentan con varios factores de riesgo, le recomendamos que consulte con un especialista ante cualquier episódio de tristeza que dure más de una o dos semanas de manera continuada y sin que medie duelo por la muerte de un ser querido.
También hemos de decir que buena parte de las personas que padecen depresión no tienen ningún factor de riesgo de los que figuran en el listado que puede leer a continuación.
El riesgo de depresión puede estar relacionado con la combinación de algunos factores de los que indicamos a continuación:
- La historia familiar. Por lo general, se detectan antecedentes de patologías de la depresión en personas que la padecen. Dichos antecedentes lo son por vía directa: padres y abuelos. Ello no significa que una persona con antecedentes familiares de depresión esté condenada a sufrirla sino que se debe asumir como un factor de riesgo y es recomendable que tome las necesarias medidas de prevención de la depresión.
- Trastornos físicos o mentales crónicos. Obesidad, Párkinson, fibromialgia, problemas cardiacos, cáncer, obesidad, etc.). En la actualidad se han detectado multitud de medicamentos que predisponen a la depresión. Muchos de ellos no están relacionados con la actividad cerebral, siendo depresores que potencian estados anímicos distímicos. Como quiera que resulta muy difícil, en ocasiones, retirar dicha medicación a los pacientes, se recomienda que adopten hábitos de vida —incluso terapéuticos— capaces de compensar la propensión de los fármacos.
- Cambios vitales. A lo largo de nuestra vida vamos a sufrir numerosos cambios de carácter vital. No nos referimos a pequeños cambios que suelen ser bien aceptados por las personas y que suelen reconfortarles, como puede ser mudarse a un barrio mejor. Un despido laboral, un cambio de ciudad o país, ingresar en la cárcel, un accidente de tráfico, el abandono de los hijos, una separación matrimonial… son muchos los cambios que podemos sufrir y que se van a convertir en importantes factores de riesgo de cara a una posible depresión.
- Estrés continuado. El estrés forma parte de nuestras vidas y los seres humanos han logrado unos niveles de adaptación al estrés sorprendentes. Sin embargo, unos niveles de estrés anormalmente altos durante un periodo de tiempo prologado puede desencadenar una depresión que puede llegar a ser grave.
- Falta de apoyo social. Las personas que han sufrido importantes reveses en la vida suelen ver cómo enseguida las personas con las que convivía se van alejando hasta dejarlos en una soledad atroz, muchos de ellos al cabo de la calle. También los ancianos sufren esta lacra de soledad, especialmente en las grandes ciudades. Sin apoyos sociales es fácil caer en las garras de la depresión y muy difícil salir de ella.
- Factores psicológicos y de personalidad. La personalidad de ha ido conformando a lo largo de los años y en su configuración, la infancia juega un papel determinante. Todo este proceso complejo va a dar lugar a diferentes personalidades, algunas de ellas de riesgo en lo que se refiere a la depresión. Así, personalidades muy perfeccionistas, con sensibilidad extrema, poco sociables, etc. son consideradas de riesgo por los especialistas, si bien no necesariamente van a desencadenar una depresión a lo largo de la vida de la persona. Otros factores psicológicos como la baja autoestima, autoconcepto pobre, etc. también pueden ser considerados como factores de riesgo en depresión.
- Problemas económicos. En las sociedades desarrolladas, es uno de los factores desencadenantes de depresiones que pueden ser muy graves. También se muestran como factores que incitan al suicidio, fundamentalmente en las clases sociales medias y altas. No se trata solo de una cuestión puramente económica; la sensación de fracaso, la vergüenza y el aislamiento social después de venir a menos pueden ser aún más desencadenantes de ideaciones suicidas aún.
- Personas abusadas. Los abusos sexuales son una lacra abominable que dejan huella para siempre. La propensión a la depresión de un niño, un adolescente o un adulto que han sido abusados sexualmente es extremadamente alta. Todo ello sin contar otras funciones psicológicas que pueden encontrarse alteradas, seguramente de por vida. Tras la secuencia del abuso o la violación, la vigilancia de la persona afectada debe ser constante, ante el riesgo de ideaciones suicidas y las consecuencias indeseables que estas puedan desencadenar.
- Consumo de ciertos Medicamentos: analgésicos, sedantes, pastillas para dormir, medicamentos a base de cortisona, medicamentos para problemas cardiacos, colesterol o asma. Todos ellos producen cierta tendencia a la depresión, si bien no son condición sine quanon ni factores desencadenantes en el sentido estricto; más bien favorecen la depresión en aquellas personas que se encuentran en una situación propicia a esta patología.
- Insatisfacción laboral. Muchas personas desempeñan su trabajo en un ámbito en el que no desean ejercer. Lo que al principio parecía una salida temporal se ha convertido en un modus vivendi del que empiezan a estar hartos. Muchas personas, haciendo gala de gran gallardía, han dado un arriesgado paso al frente y han dejado ese trabajo en busca de fortuna en otros ámbitos. Sin embargo, muchas personas no se han visto en las circunstancias o con los apoyos necesarios como para poder hacer tal cambio. Un periodo de vida laboral prolongado y frustrante es un poderoso factor de riesgo en lo que se refiere a la depresión.
Conviene aclarar que solo uno de los factores que acabamos de mencionar no sería suficiente para provocar una depresión de carácter grave. Sin embargo, la suma de varios de ellos, unido a otros factores personales puede desembocar en una depresión más o menos grave.
Se hace necesario, en primer lugar, procurar eliminar alguno de los mencionados factores (cosas que no siempre es posible, claro). Todo ello a nivel de «profilaxis mental» y con el fin de evitar una depresión o una recaída. En el caso de que no sea posible su eliminación, es aconsejable potenciar conductas o hábitos saludables que las compensen, disminuyendo de este modo las probabilidades de depresión y/o recaídas posteriores.
¿Qué hacer si tenemos riesgo de depresión? En principio solo observarnos u observarles. Si experimentamos o experimentan tristeza continuada y constante durante una o dos semanas, con o sin motivo, ha llegado la hora de consultar con un especialista. En personas con factores de riesgo resulta fundamental que el diagnóstico de la depresión tenga lugar en los inicios del episodio depresivo.
aerwgaewrgfasdfasdf