El embarazo es considerado uno de los periodos más felices en la vida la mujer. La esperanza llena su existencia y también la de su pareja, familiares, amigos…
Se supone que todo es felicidad y que la paz y el sosiego inundan todo el entorno. No siempre es así:
Se calcula que alrededor del 8% de las embarazadas padece depresión en el transcurso de este estado, una cifra que contradice la opinión general acerca de las consecuencias de un embarazo normal. No en vano, la incidencia de la depresión en la mujer es significativamente más elevada que en el hombre.
La etiología de esta depresión que tiene lugar durante el embarazo no está clara, si bien son los factores de riesgo los que van a determinar un aumento en la probabilidad de que la depresión tenga lugar en el transcurso del embarazo.
Factores de riesgo de depresión durante el embarazo
- La tensión y el estrés son, como no, los factores de riesgo más frecuentes durante el periodo de embarazo. Incertidumbre económica, estrés laboral, exceso de responsabilidades, etc… resultan potentes factores precipitadores y mantenedores de esta depresión que cursa donde debería haber dicha y sosiego.
- Los antecedentes de depresión van a ser grandes responsables, a lo largo de la vida de cualquier persona, de nuevas depresiones y el embarazo no es una etapa de la vida exenta de estos antecedentes, que van a seguir predisponiendo a la mujer a la depresión si no toma, en este caso, las medidas de profilaxis metal necesarias para la prevención de recaídas.
- Embarazos no buscados pueden estar tras la aparición de la depresión en mujeres en este estado. El estrés que genera un embarazo de esta naturaleza es razón suficiente para que la depresión se abra paso. Sin embargo, una buena acogida en el entorno social de la mujer embarazada puede atenuar sobremanera la posible aparición de una depresión. El apoyo de la pareja, si es que es posible, claro, resulta fundamental para que, a pesar de que el embarazo no es deseado, la esperanza se abra paso ante la incertidumbre y la depresión no tenga lugar, al menos con la intensidad que podría hacerlo en caso contrario.
- Un ambiente conyugal pernicioso puede propiciar de forma consistente la aparición de depresión a lo largo del embarazo. Frecuentes disputas e incluso violencia en el seno conyugal son más que suficientes, por si solas, para que la depresión se muestre con toda su intensidad.
- La falta de compresión y apoyo del entorno también puede resultar un factor desencadenante de la depresión durante el embarazo. La extrema sensibilidad de una mujer en estado debe ser atendida y acogida por la familia nuclear y extensa de forma manifiesta, más allá del puro entendimiento de esta situación novedosa. También el entorno social que componen amigos, compañeros y conocidos pueden contribuir a apoyar a la mujer embarazada, evidenciando la alegría de esperar una nueva vida escuchando sus nuevas inquietudes y animándola en los desafíos que suponen esta nueva etapa vital.
- Los problemas económicos derivados del alumbramiento de un hijo pueden favorecer la aparición de tensiones en la mujer embarazada. Máxime si se encuentra en una sociedad como la nuestra en la que el apoyo a la familia es prácticamente inexistente. Cuanto más en aquellos lugares del planeta donde tener un hijo puede llegar a resultar una condena para el resto de la familia, ante la acuciante falta de recursos suficientes para sacar adelante a una prole con un futuro más que incierto. Como quiera que la tensión es un factor desencadenante de depresión, estos problemas económicos pueden degenerar en una depresión de la gestante.
En ocasiones, la mujer embarazada evidencia miedo a perder a su pareja por encontrarse en este estado. La percepción de que físicamente no es tan atractiva y el miedo a una infidelidad ante la cesación de parte de la actividad sexual en el periodo más avanzado del embarazo, puede transformarse en inseguridades que trastoquen la autoestima y, por consiguiente, precipiten la depresión.
Síntomas de la depresión durante el embarazo
Los síntomas de la depresión de la mujer embarazada son los mismos que los de la depresión en general, aunque con algunas matizaciones. Además de la ansiedad (el gran síntoma de las depresiones importantes) y la tristeza continuada (el síntoma más evidente), la embarazada con depresión puede evidenciar falta de peso, consumo de estupefacientes, alcohol o tabaco, escasa o nula respuesta a las atenciones, falta de seguimiento de las indicaciones del médico, autoestima baja, somatización, fobias de diversa índole, anhedonia o ideación suicida.
En ocasiones y por más que concurren algunos de estos síntomas, la propia embarazada no es consciente de su estado depresivo y han de ser las personas de su entorno las que comuniquen al médico que realiza el seguimiento del embarazo las sospechas de que «algo no está funcionando bien». Si usted se encuentra en el entorno de una mujer embarazada y sospecha que puede estar sufriendo una depresión, no dude en contárselo a su médico si tiene oportunidad.
La importancia del tratamiento de la depresión durante el embarazo
La depresión durante el embarazo puede conllevar riesgos para el bebé y para la propia embarazada. En la actualidad se sabe que el feto es sensible a los estados anímicos de la gestante. La alteración en la tasa cardiaca y la respiración indican al futuro bebé que «algo no marcha bien» y, por el contrario, el sosiego evidenciado en una normalización de estos parámetros indica al nasciturus que «todo está bien ahí fuera».
Posteriormente, una vez haya tenido lugar el alumbramiento, la depresión del embarazo puede degenerar en una depresión post parto, con todo lo que ello implica de desatención del bebé.
¿Por qué no se diagnostica con claridad la depresión durante el embarazo?
El médico que realiza el seguimiento del embarazo debería, en cualquiera de los casos, asegurarse de que la embarazada goza de salud física y también mental. Para descartar la presencia de depresión bastaría con el empleo, por ejemplo, del Test de Depresión de Beck BDI –II.
No se trata de un problema diagnóstico como de una cuestión de enfoque: en el mundo de la embarazada todo está enfocado al feto que aloja en sus entrañas. Los cuidados que el médico prescribe se orientan al bienestar físico del bebé y de la madre, dejando a un lado la salud mental de la mujer. Tampoco la mujer, en muchas ocasiones, se atreve a comunicar su estado depresivo por temor a la incomprensión y ser tenida por «una mala madre».
La depresión durante el embarazo y la depresión post parto
Las mujeres que han padecido depresión durante el embarazo son más propensas a padecer depresión post parto que aquellas que no la han sufrido. Esto no quiere decir que las mujeres que no hayan padecido depresión durante el embarazo estén exentas de padecer una depresión perinatal o una depresión post parto.
Uno de los tipos de depresión relacionados con la depresión durante el embarazo, como decimos, es la depresión perinatal, que conlleva de algunos síntomas de carácter asténico tras el parto que suelen remitir de manera más o menos espontánea. Cuando la depresión perinatal participa de buena parte de los síntomas de la depresión estamos ante la denominada «depresión posparto», de naturaleza más grave.
Como dijimos anteriormente, las consecuencias de la depresión post parto suelen ser el abandono total o parcial de los cuidados del bebé y de la propia madre.
IMPORTANTE: Si usted está embarazada y piensa que puede estar sufriendo algún tipo de depresión no dude en hacérselo saber a su médico. De confirmarse el diagnóstico se pueden tomar medidas terapéuticas de diferente naturaleza, todas ellas perfectamente compatibles con el normal desarrollo de su embarazo. Dichas medidas terapéuticas pueden contemplar el uso de psicofármacos, psicoterapia o una combinación de ambos.